En todo restaurante que se precie hay un libro de reservas y un número de teléfono al que se puede llamar para hacerlas, el nuestro no iba a ser menos. Nos hemos fabricado nuestro libro de reservas y hemos dedicado una hora durante dos días a coger reservas.
Por orden de lista han ido atendiendo el teléfono, saludando y haciendo las preguntas pertinentes y luego han apuntado en el libro de reservas el nombre de la persona que reservaba y familia de qué niño o niña de la clase era. Toda una experiencia...estaban muy muy nerviosos/as.
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