He encontrado este artículo en la red que me ha parecido muy interesante, hace tiempo que escuché de un psicólogo amigo que los refuerzos son mucho más eficaces que los castigos, y al leer este artículo he descubierto otras formas de educar. Espero que os guste y os sirva
20 herramientas alternativas al castigo.
Cuando un límite es transgredido, evita el castigo. No se aprende nada cuando los niños son lastimados o humillados. Deja atrás la idea de que para hacer que los niños aprendan de sus actos, primero deberás hacer que paguen por ellos. Las herramientas que te presento a continuación son ideas alternativas que tú como papá, mamá, o cuidador, podrás tomar para educar a tu hijo(a) o a un niño(a).
Ten presente que cada individuo y familia son únicos, es por eso que deberás escoger aquellas herramientas que sean funcionales de acuerdo a ello.
1. Haz preguntas: ¿Qué pasó?; ¿Y ahora, cómo lo resolverás?; ¿Qué crees que ocasionó que pasara?; ¿Qué aprendiste de esto? Es probable que las primeras veces que implementes esta herramienta, tus hijos contesten “no sé” porque están desconcertados sobre la nueva forma en que actúas cuando ellos sobrepasan un límite, entonces, si te contesta “no sé” tú simplemente dile: “eres bueno(a) resolviendo problemas, ¿porqué no lo piensas un momento y luego retomamos para que me cuentes tus conclusiones?”.
2. Evita las luchas de poder. Cuando tu hijo esté en negación y no te haga caso, evita entrar en lucha de poderes para tratar de obligarlo porque esto puede ser muy desgastante y un círculo visicioso. En muchas ocasiones es muy efectivo decirle lo que tú harás en lugar de obstinarse en que él cumpla una orden en ese mismo instante, por ejemplo: “Lavaré solo la ropa que esté en el cesto”, ó “Si no juntas tus juguetes luego de jugar con ellos, como quedamos, lo recogeré yo y quedarán guardados por un día”.
3. Expresa cómo te sientes: “Estoy muy molesta(o) por lo que acabas de hacer y me gustaría contar con tu ayuda para solucionarlo”.
4. Confía en que tu hijo(a) sea quien es diciendo: “Estoy seguro(a) que puedes pensar en una solución útil para resolver este problema, confío en ti”.
5. Motiva el respeto diciéndole a tu hijo(a): “Sé que puedes decir lo mismo de una manera respetuosa, no responderé a esos modos”.
6. Aplica tiempo fuera positivo diciendo: “Estoy muy enojada(o) con lo que acabas de hacer, pero como me importas, esperaremos a que podamos calmarnos ambos para ser respetuosos y continuar con esta conversación”.
7. Actúe sin hablar: Simplemente tome la mano del niño(a) y muéstrele lo que debe hacer.
8. Utilice frases amables y firmes a la vez: “Es momento de subirnos al auto, jugaremos a lo que tú quieres más tarde”.
9. Cuando el niño está en pleno berrinche (fuera de casa), lo tomas de la mano (o en brazos) y le dices: “Es necesario irnos ahora, lo intentaremos otro día”.
10. Aplica la consecuencia lógica que se haya acordado en la junta familiar: Habla previamente con tus hijos y diles qué pasará si una regla no se cumple para que esté prevenido y sepa que sus elecciones tienen consecuencias.
11. Re-dirige la conducta: Los niño(a)s (y todas las individuos), están más dispuestos a reflexionar sobre sus actos cuando sus padres (u otras personas), les dan la posibilidad de intentarlo nuevamente en lugar de humillarlos por lo que hicieron. Así que si tu hijo hace algo que te disgusta, invítalo a hacer algo útil para la familia como una forma de recuperarse de su error.
12. Sé un ejemplo congruente: Si lo que estás tratando de pedirle a tu hijo(a) es que se calme y reconsidere sus acciones, no podrás hacerlo desde el enojo o la ira que sientes por lo que él/ella hizo. Deberás primero poder calmarte tú y pensar para saber que le dirás o cómo actuarás.
13. Aplica la fórmula: “privilegio = responsabilidad / falta de responsabilidad = pérdida de privilegio”. Tener cosas que nos alegran o facilitan la vida es un privilegio, la responsabilidad que acompaña a ese privilegio es cuidarlas.
14. Juntas Familiares: Cuando un límite sea transgredido una y otra vez, en lugar de caer en cantaletas del tipo “pero lo hemos hablado cien veces”, retoma el asunto para discutirlo en junta familiar y entre todos elaboren una alternativa más efectiva.
15. Considera los comportamientos desafiantes como oportunidades para adquirir habilidades de vida: Por ejemplo, después de un berrinche ya en la etapa de calma, invita a tu hijo a platicar sobre lo sucedido, enséñales cuáles son las formas correctas de hacer o pedir las cosas. Conforme vaya creciendo, irá incorporando estos aprendizajes.
16. Ayúdalo a identificar sus emociones: Expresar lo que pensamos y sentimos no es cosa fácil. Ni siquiera muchos adultos pueden hacerlo. Crea una cartulina con caritas (emoticons) con expresiones básicas como alegría, tristeza, enojo, miedo, asombro, etc. y enseña a tu hijo sobre esas emociones. Dile que cuando no pueda decirte cómo se siente, puede recurrir a la cartulina para señalártelo.
17. Usa cuentos y juegos para entrar en su mundo. El juego y los cuentos son primordiales en la infancia y un excelente camino para educar. Adquiere libros que fomenten valores, que hablen de hábitos y situaciones de la vida cotidiana que pudiera vivir tu hijo y léelos con él/ella. En algún momento que vivas una situación relatada en alguno de los cuentos, recurre a esa información como auxiliar en el problema.
18. Entrena y da seguimiento: Nadie nace sabiendo, por tanto, si queremos que nuestros hijos sean cooperadores y hagan las cosas que les pedimos, en necesario tomar el tiempo previo para entrenarlos y explicarles los procedimientos. Jugando también se puede enseñar, no olvides que el aprendizaje se adquiere mejor si está relacionado a una experiencia positiva.
19. Conecta con tu hijo(a): Nunca olvides que el arma más poderosa para evitar el mal comportamiento es darle a tu hijo(a) el mensaje de amor. Asegúrate de hacerle saber que es importante y valioso(a). Como dijo el Dr. Dreikurs: “Un niño mal portado es un niño desalentado” Alienta a tu hijo(a) con amor y conéctalo a tu familia.
20. Sigue la regla de oro de la crianza respetuosa: Ponte en el lugar del niño y trátalo cómo te gustaría ser tratado en la misma situación.
Ten presente que cada individuo y familia son únicos, es por eso que deberás escoger aquellas herramientas que sean funcionales de acuerdo a ello.
1. Haz preguntas: ¿Qué pasó?; ¿Y ahora, cómo lo resolverás?; ¿Qué crees que ocasionó que pasara?; ¿Qué aprendiste de esto? Es probable que las primeras veces que implementes esta herramienta, tus hijos contesten “no sé” porque están desconcertados sobre la nueva forma en que actúas cuando ellos sobrepasan un límite, entonces, si te contesta “no sé” tú simplemente dile: “eres bueno(a) resolviendo problemas, ¿porqué no lo piensas un momento y luego retomamos para que me cuentes tus conclusiones?”.
2. Evita las luchas de poder. Cuando tu hijo esté en negación y no te haga caso, evita entrar en lucha de poderes para tratar de obligarlo porque esto puede ser muy desgastante y un círculo visicioso. En muchas ocasiones es muy efectivo decirle lo que tú harás en lugar de obstinarse en que él cumpla una orden en ese mismo instante, por ejemplo: “Lavaré solo la ropa que esté en el cesto”, ó “Si no juntas tus juguetes luego de jugar con ellos, como quedamos, lo recogeré yo y quedarán guardados por un día”.
3. Expresa cómo te sientes: “Estoy muy molesta(o) por lo que acabas de hacer y me gustaría contar con tu ayuda para solucionarlo”.
4. Confía en que tu hijo(a) sea quien es diciendo: “Estoy seguro(a) que puedes pensar en una solución útil para resolver este problema, confío en ti”.
5. Motiva el respeto diciéndole a tu hijo(a): “Sé que puedes decir lo mismo de una manera respetuosa, no responderé a esos modos”.
6. Aplica tiempo fuera positivo diciendo: “Estoy muy enojada(o) con lo que acabas de hacer, pero como me importas, esperaremos a que podamos calmarnos ambos para ser respetuosos y continuar con esta conversación”.
7. Actúe sin hablar: Simplemente tome la mano del niño(a) y muéstrele lo que debe hacer.
8. Utilice frases amables y firmes a la vez: “Es momento de subirnos al auto, jugaremos a lo que tú quieres más tarde”.
9. Cuando el niño está en pleno berrinche (fuera de casa), lo tomas de la mano (o en brazos) y le dices: “Es necesario irnos ahora, lo intentaremos otro día”.
10. Aplica la consecuencia lógica que se haya acordado en la junta familiar: Habla previamente con tus hijos y diles qué pasará si una regla no se cumple para que esté prevenido y sepa que sus elecciones tienen consecuencias.
11. Re-dirige la conducta: Los niño(a)s (y todas las individuos), están más dispuestos a reflexionar sobre sus actos cuando sus padres (u otras personas), les dan la posibilidad de intentarlo nuevamente en lugar de humillarlos por lo que hicieron. Así que si tu hijo hace algo que te disgusta, invítalo a hacer algo útil para la familia como una forma de recuperarse de su error.
12. Sé un ejemplo congruente: Si lo que estás tratando de pedirle a tu hijo(a) es que se calme y reconsidere sus acciones, no podrás hacerlo desde el enojo o la ira que sientes por lo que él/ella hizo. Deberás primero poder calmarte tú y pensar para saber que le dirás o cómo actuarás.
13. Aplica la fórmula: “privilegio = responsabilidad / falta de responsabilidad = pérdida de privilegio”. Tener cosas que nos alegran o facilitan la vida es un privilegio, la responsabilidad que acompaña a ese privilegio es cuidarlas.
14. Juntas Familiares: Cuando un límite sea transgredido una y otra vez, en lugar de caer en cantaletas del tipo “pero lo hemos hablado cien veces”, retoma el asunto para discutirlo en junta familiar y entre todos elaboren una alternativa más efectiva.
15. Considera los comportamientos desafiantes como oportunidades para adquirir habilidades de vida: Por ejemplo, después de un berrinche ya en la etapa de calma, invita a tu hijo a platicar sobre lo sucedido, enséñales cuáles son las formas correctas de hacer o pedir las cosas. Conforme vaya creciendo, irá incorporando estos aprendizajes.
16. Ayúdalo a identificar sus emociones: Expresar lo que pensamos y sentimos no es cosa fácil. Ni siquiera muchos adultos pueden hacerlo. Crea una cartulina con caritas (emoticons) con expresiones básicas como alegría, tristeza, enojo, miedo, asombro, etc. y enseña a tu hijo sobre esas emociones. Dile que cuando no pueda decirte cómo se siente, puede recurrir a la cartulina para señalártelo.
17. Usa cuentos y juegos para entrar en su mundo. El juego y los cuentos son primordiales en la infancia y un excelente camino para educar. Adquiere libros que fomenten valores, que hablen de hábitos y situaciones de la vida cotidiana que pudiera vivir tu hijo y léelos con él/ella. En algún momento que vivas una situación relatada en alguno de los cuentos, recurre a esa información como auxiliar en el problema.
18. Entrena y da seguimiento: Nadie nace sabiendo, por tanto, si queremos que nuestros hijos sean cooperadores y hagan las cosas que les pedimos, en necesario tomar el tiempo previo para entrenarlos y explicarles los procedimientos. Jugando también se puede enseñar, no olvides que el aprendizaje se adquiere mejor si está relacionado a una experiencia positiva.
19. Conecta con tu hijo(a): Nunca olvides que el arma más poderosa para evitar el mal comportamiento es darle a tu hijo(a) el mensaje de amor. Asegúrate de hacerle saber que es importante y valioso(a). Como dijo el Dr. Dreikurs: “Un niño mal portado es un niño desalentado” Alienta a tu hijo(a) con amor y conéctalo a tu familia.
20. Sigue la regla de oro de la crianza respetuosa: Ponte en el lugar del niño y trátalo cómo te gustaría ser tratado en la misma situación.
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